Mis ojos que te miran

Eres una cosa tan preciosa
que pocos lo ven;
eres esa perla escondida en el arrecife que nadie recoge;
eres ese borrador que por miedo
se escondió.
Eres una cosa tan preciosa
que se reza, se adora, se humedece en piezas de papel.
Eres esa cosa tan preciosa
que se aísla y se mira de reojo porque al encontrarlo con la mirada
uno se asusta;
por ser tan preciado y precioso como el cristal
y las lágrimas que se derraman al verte
como si pudiera contemplártese
en el Louvre.

Memento ocio.

Soy una persona de palabras,
sencilla en sintaxis.
Nunca hablo de trabajo,
paso el rato
en recitales,
mensajes subliminales
en reuniones anodinas
«solo poetas en prosa«.
Lo que escribo lo cumplo,
genética del instinto
por parte paterna.
Danza contemporánea de dedos
en teclado
gastado,
corrompido
por palabras que llegan armadas,
balas
hasta en los dientes.
Siento cada letra que respiro,
inspiro
vocales,
espiro
zetas sordas.
Zorras.
Bebo consonantes en vaso,
veintidós chupitos agramaticales,
coma inminente en la Rae.
Patino sobre faltas de ortografía,
levanto palabras viejas,
fumo con papel de diccionario,
canto
a haches llorando,
cojo el coche y vuelco
en algún poema
de Quevedo.

Se trata de poesía.

Nunca se me ha dado bien presentarme. No soy la persona adecuada para describirme cuando subo y bajo en la entonación de esa frase que es mi vida, sujeto, beso y predicado.
Nunca he llegado a saber que valor tienen las palabras que decimos, y mucho menos las que se dice de uno mismo. Solo sabes que pueden herir, hundir a alguien en un abismo infinito, y que dos palabras juntas, pueden salvar a quien quieres de verdad: «quédate conmigo». Quizá sea ahorradora de verbos y lo mío sean los nombres abstractos, esos que no se cuentan, ni se ven pero se sienten y son únicos.

Es muy difícil conocerse a uno mismo cuando no sabes por qué andas en sentido contrario, con el viento cortándote los labios y las palabras –tú y yo-, o por qué cojes ese tren, sabiendo que no estará ahí sentada la respuesta que llevas toda una vida, breve, aleatoria, infantil pero tuya, buscando.
Cuando estás en ese andén mirando el reloj y contando los minutos al ritmo del segundero sin entender cómo es posible que se te dé tan bien si es la primera vez que lo haces.

Si se trata de definición, me gusta la palabra «complicado». Si se trata de un juego, el de palabras. Si se trata de arte, yo soy de poesía.